Autoindulgencia es el sentimiento de pena o lástima hacia uno mismo que experimenta un individuo en situaciones percibidas como adversas cuando dicha situación no ha sido aceptada y no se tiene la confianza o la habilidad para adaptarse a ella.
Es un sentimiento asociado al autoconsuelo con un importante papel en las relaciones humanas, puede abarcar desde un comportamiento breve, ocasional y transitorio hasta un trastorno de personalidad que se expresa sin una provocación externa o a consecuencia de percepciones distorsionadas de la realidad, que provoca sufrimiento a uno mismo y a los que le rodean; pero que está mantenido por la existencia de un beneficio secundario.[1]
El individuo autoindulgente cree ser víctima de una situación negativa y por tanto merecer condolencia. La autoindulgencia es, de forma general, considerada un sentimiento negativo que no sirve de ayuda para tratar con situaciones adversas; sin embargo, en un contexto social puede dar lugar a despertar simpatía o consejo.
La autoindulgencia es distinta de la autocompasión, que consiste en extender la compasión a uno mismo en casos de insuficiencia, fracaso o sufrimiento general.